Somos cuatro estudiantes de Alemania que vivimos en la ciudad de Granada en Andalucía desde hace pocos meses. El objetivo de este blog será presentaros nuestras impresiones sobre la cultura española centrándonos en algunos aspectos que nos han llamado especialmente la atención. Al venir de diferentes partes de Alemania y dedicarnos a diferentes temas, vamos a escribir los artículos desde nuestros diferentes puntos de vista. Esperamos que interesen unos u otros artículos y os decidáis a abrir un debate sobre lo que se hable en ellos. Si queréis, podéis añadir algún comentario o alguna nota interesante para así intercambiar ideas y para que nosotras podamos dar nuestras diferentes opiniones sobre la cultura española.

lunes, 5 de mayo de 2014

El botellón todavía goza de gran popularidad


Es 17 de marzo de 2014. Estoy caminando por la calle con mis bolsas de compra. Gente joven va al encuentro de mí, llevando botellas grandotes que contienen una mezcla de refresco y alcohol. ¡Ah, claro! Hoy es la fiesta de la primavera. 



Como en Alemania dicen que cualquier estudiante que haya pasado un tiempo en España pero no ha participado en un botellón, no ha estado realmente en España, decidí aprovechar la ocasión y observar el espectáculo.

Botellones - un tema bastante discutido en España. Este fenómeno nació al final del siglo XX. Sociólogos lo definen como una reunión masiva de jóvenes entre trece y 24 años para consumir grandes cantidades de bebida alcohólica que han adquirido en comercios. Después se encuentran en un lugar donde escuchan música y hablan. Para la policía, vecinos, las autoridades y los padres de los participantes, los botellones son una pesadilla. No solo por el ruido producido hasta altas horas de la madrugada, sino también por la suciedad generada. A parte de eso, se relaciona la pérdida de control inducida por la intoxicación con peleas, rotura de mobiliario urbano o actos de vandalismo. Incluso ya se desarrollaron los macrobotellones, como la fiesta de la primavera en Granada, que se llegaron a conocer por primera vez en 2006, cuando más de cinco mil jóvenes se encontraron en la fiesta de la primavera en Sevilla. Por un lado no hay nada en contra reunirse para disfrutar una noche de verano con unas cervezas. Por otro lado, en la mayoría de los casos, los botellones degeneran en orgias alcohólicas, donde el consumo de alcohol no se mantiene dentro de lo limites.

En comparación con España, en Alemania no existen botellones de tal dimensión. Más bien la gente se encuentra en la ciudad para tomar unas cervezas en un bar, pero claro, esto cuesta más dinero que tomar el alcohol comprado en un supermercado. En el verano algunos alemanes jóvenes se reúnen afuera: en praderas, en plazas o parques. Lo que pasa es, que en Alemania no está prohibido tomar alcohol en la calle, así que, en mí opinión, ni siquiera surgiría la idea de organizar un macrobotellón. Falta el atractivo. Por lo contrario, en España el botellón goza de gran popularidad. Una reunión organizada y autorizada como la fiesta de la primavera hace posible que la gente pueda tomar a aire libre sin tener miedo de multas altas y estrés con la policía. Tal vez esto es la razón por la cual el “botellón no se agota”, como titula el periódico IDEAL el 22 de marzo de 2014. 







Este año, en Granada participaron 20.000 personas en el macrobotellón, que se desarrolló sin incidentes graves. Sin embargo, nada más llegar al botellódromo concibo la extensión de este fenómeno. Entro en el núcleo del botellón. Hay basura por todas partes, un océano de botellas, unos están orinando entre arbustos, otros beben alcohol de regaderas. Me siento como si estuviera en un festival de música donde hubieran quitado el volumen. Charlo con un grupo de adolescentes que están disfrazados como romanos. “Lo especial del botellón es que el alcohol está barato y que se conoce a gente”, dice una chica. Les pregunto qué pasa si salen de fiesta sin tomar alcohol. “Yo no disfrutaría sin alcohol, yo puedo hablar, lo que pasa es que me sentiría rara.” Ella tiene razón, así me siento yo en este momento, sobria en el macrobotellón de Granada. Es fácil conocer a gente, pero al mismo tiempo me siento rara, porque solo quedo excluida en la muchedumbre que está en el puntillo. 
Jana

Fuentes y más información:
El País 
20 minutos.es
sueddeutsche.de


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